Del Cielo de Abajo

De la presentación de la muestra Arte y Pensamiento Núbico
Centro Cultural Francisco Paco Urondo, invierno 2010

Osvaldo Mastromauro *


Mireya Baglietto es una de las creadoras más originales e innovadoras del arte argentino de las últimas décadas. Sus orígenes en cerámica muestran un primigenio interés por materiales directamente ligados a la tierra. Pero cuando se sumerge en el Arte Núbico, que le ha hecho destacar nítidamente del resto de sus colegas artistas, da un salto cualitativo. Si bien el arte se ha ido tornando más participativo -sobre todo a partir de las experiencias de Joseph Beuys-, en el caso de Baglietto se torna imprescindible la presencia activa del espectador, que no sólo completa la obra sino que la requiere necesariamente.
No tengo mejor aproximación que rememorar mi propia experiencia en la Sala Cronopios del C.C. Recoleta, que me recomendara el colega y maestro Fermín Fevre. Yo estaba titubeante en la puerta, ante un panorama distante a un tiempo que cercano de telas multicolores (que bajaban graciosamente de las alturas y volvían a elevarse en curvas y curiosas ondulaciones), cuando una señora bella y agradable me invitó a entrar. ¿Qué hay que hacer?, pregunté. Sólo caminar con cuidado -fue la respuesta-, sólo que con un espejito bajo la nariz, y recorrer la instalación.
El viaje tuvo algo de alucinatorio: tentaba con mi pie errar por entre profundos abismos, nubes de colores, paisajes insospechados y nunca hollados por pie humano. Fue un viaje breve y extraordinario.
Allí comencé a entender que Mireya probaba desarmar la percepción habitual, en tres dimensiones -la habitual euclidiana-, para rearmarla, a través de ese recorrido, en formato n-dimensional. Con más ciertos condimentos que se tornaban parte de esa errancia: el distendido placer de flotar entre nubes, mientras debajo desfilaba un mundo increíble. Me parece apropiado parafrasear al Maese Eckhart: “Lo que arriba, igual abajo”.

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Cuando Mireya focaliza en la intangibilidad de su arte, toca fuertes puntos conceptuales, entendido esto como temáticas que exceden el terreno de las artes plásticas, pero que ésta incluye cuando el artista incorpora en tanto “campo de estimulación sensorial”. Una de las tantas lecturas que su obra-instalación propone es la deconstrucción del armado senso-motriz, cuya estructura no es sólo la que se percibe inmediatamente, sino subsidiariamente simbólica. Si a ello le sumamos la música que envuelve la atmósfera creada, y la sensación de inusual movimiento que implica la idea de pasaje, obtendremos una acotada aproximación a la completitud que dicha experiencia provee.
En definitiva, Mireya transforma su obra en una gran epopeya, donde, sin narrarlo, suscita estados posibles del alma a través de la intervención activa del contemplador.
Sinestesias mediante, reúne lo mas osado y rupturista del arte occidental (los tajos de Fontana, el especial azul y la corporalidad de Ives Klein en sus cuerpos, al citado Joseph Beuys, la fineza y profundidad de Kurt Schwitters y sobe todo Paul Klee), con experiencias de meditación provenientes de Oriente, que son proclives a la calma y a la sensación de ingravidez.

No es casual este paralelismo entre el pensamiento-vida de Oriente (con citar a Confucio [Kunt-Tseu] o Lao-Tse alcanza), y la mística de y en Occidente: (Maese Eckhart, Hildegard Bingen, Jakob Bohme o San Juan de la Cruz, representados en formato equivalentemente visual por el Beato Angélico, o Piero dalla Francesca, éste último con su ciudad ideal.
El espacio se articula no en forma separada del tiempo -visto como duración- sino que se integran en tanto experiencia única. Es además participativo: al respecto recuerdo como ejemplo la colaboración de Juan Carlos Lasser y Lisy Von Zehmen, cuyas obras exceden también los marcos formales preexistentes.
Muestra lo que mi amigo el músico y poeta Juan Noel Mazzadi llamaba “El Cielo de Abajo”, pues pone esa magnitud al parecer inalcanzable bajo la nariz de cada uno de nosotros: partiendo del humus, eleva la condición humana al Éter y la devuelve al Origen.No nos resta más que agradecer esa intercesión que ella realiza amorosamente, acercándonos muchos mundos y cielos posibles, reuniéndolos en el nuestro de cada día, en el cual transitamos cotidianamente sin percibir la infinita riqueza de todos los mundos posibles contenidos en éste único.

* Director Museo Nacional ”Casa de Yrurtia”, Miembro Consultivo CONEAU, Crítico de Arte free lance, dicta seminarios y conferencias. Profesor en Filosofía, (UNLP) ejerció en UNLP, UNMdP, UTN e IUNA. Consejero Electivo AICA 1997-1998 / 1998-1999. Curador Nacional e Internacional. 1er Premio ADEPA “Artes & oficios” (DIB), Mención de Honor AACA. Director Revista de Artes Dedalus. omastromauro@gmail.com